La película La Ola (Die Welle) del director Dennis Gansel, nos muestra la creación de una sociedad despótica dentro de una sociedad escolar. Un profesor que debe dar una clase de autocracia se propone explicar cómo funcionan este tipo de sociedades, recreando una con sus alumnos y haciéndolos asumir los roles y requisitos típicos de estas estructuras. Así, como un elemento pedagógico, como una manera de hacer llegar un conocimiento fue como el profesor Rainer Wenger (en la película) llevó a sus alumnos al estallido de una sociedad efervescente.
La primera pregunta que me formulé mientras veía la película, fue la de ¿por qué los seres humanos nos dejamos arrastrar fácilmente hacia sistemas autoritarios? Y a medida que avanzaba la película, la pregunta iba tomando más matices hasta quedar en ¿por qué existe tanta fascinación en la autoridad y en el poder? Pareciera que los hombres no pudiéramos resistir los límites y sin embargo, somos un amasijo vivo lleno de estructuras limitantes y de barreras que nos fundan como sociedad y como individuos, esto es lo verdaderamente paradójico de nuestra vida social; no resistimos los límites pero son ellos los que nos definen y nos crean un sentido. Así las cosas, en La Ola, se ve cómo algunas personas se sienten completamente atraídas y obnubiladas por un sistema que aunque nace sobre la base de la autoridad, la disciplina y la uniformidad, eliminando la autonomía y libertad individual, supone todo un movimiento de oposición a la gran mayoría y que va eliminando todos los límites de sus integrantes. Esta unión de fuerzas que se crea en las sociedades autocráticas y que van orientadas hacia la expansión de una ideología y de ciertas formas de pensamiento, hace que las personas que hacen parte del sistema, estén totalmente en función de éste, para ayudar y servir a su preservación. En el caso de la película, los integrantes del sistema son jóvenes de colegio, preadolescentes que comienzan a vivir y a experimentar el poder de la masa y la atracción, intrínseca al ser humano, creo yo, hacia la autoridad o más específicamente, hacia el lider.
Echando un vistazo rápido por la película, se podría pensar que parte del argumento fuerte de ella, va en el sentido de mostrar que esta seducción hacia la dictadura es un riesgo que se corre entre los adolescentes, debido a su inexperiencia, a su poco discernimiento sobre los acontecimientos y a que éstos están apenas encontrando su identidad y entendiéndose seres libres e independientes por lo que sería probable que pudieran caer en esta clase de redes dictatoriales. Pero ¿cómo podríamos aceptar una idea tan facilista sobre la condición humana y sobre nuestra historia? Solo basta con ver cómo nos movemos como sociedad para entender que toda esta reflexión va mucho más lejos y que nos habla de un imaginario colectivo que está en constante choque y vibración. Para dar un ejemplo y no ir tan lejos, se me ocurre hablar de nuestro actual sistema de gobierno que entre muchas otras cosas, suscita fuertes reflexiones acerca de cómo actuamos en tanto grupo social. La gran mayoría de lo que podríamos llamar pueblo colombiano, eligió a un presidente con mano dura, que mandara en la casa de todos y una figura completamente mesiánica que llegaría a salvarnos de las garras del enemigo y además a darnos la paz eterna, Amén… Este ejemplo cercano, como hay muchos otros en el mundo y a lo largo de la historia, nos demuestra que caer en un régimen despótico y autoritario no es solo cuestión de jóvenes en crisis: es en general, el problema de ser masa.
Sí, los jóvenes corren riesgos porque la mayoría no están bien ubicados todavía en la sociedad y el temor que los envuelve los hace vulnerables, pero no es solo un asunto de juventud. Yo creo que todos los hombres, por el hecho de pertenecer a gran grupo heterogéneo, amorfo y desconocido, en espacios donde todo puede ocurrir y donde se está constantemente en tensión, somos victimas en potencia de la fuerza del más grande y de las ideas que pregonan la destrucción del diferente. Estos comportamientos solo pueden darse cuando se es masa, cuando se reúne la fuerza del grupo y se condensa para el mismo fin, esa potencia que se da en el seno de las efervescencias colectivas nos resume a nada, a una nada que es la esencia del todo como masa y que tiene la capacidad de convertirse en cualquier cosa y llegar a sorprendernos. Como en el caso del profesor, quien cayó en su propio juego y comenzó a dejarse llevar por el rol de Lider o más bien de Führer.
A los jóvenes de la película, fue el profesor quien los reunió como sociedad, pero realmente fue la explosión de una efervescencia la que creó de todo este juego pedagógico, un arma despótica, una sociedad peligrosa. Fue la necesidad la que una vez unidos, los confirmó como masa, fue la sensación de poder (al estar unidos) que los hizo actuar de manera anormal y llegar al sacrificio de su individualidad. Se preguntaba al principio de la película, si se tenía claro que el nacionalismo extremo no era sano y los alumnos dijeron que sí, pero vemos claramente que el problema no es el nombre que le damos y los demonios que creemos debemos eliminar (comunismo, socialismo, nacionalismo, oposición, protesta, etc.) es el hecho en sí de poner una ideología por encima de los demás y lo que es peor, de nuestra propia integridad.